La Academia Ainhoa por Almudena Pérez Urchegui

 

 

“¿Y qué escribo?”….”Lo que quieras” “Pues prepárate porque igual me extiendo demasiado”. Ilusa. Cuando por fin me pongo a escribir, se me agolpan las ideas, se mezclan, forman un nudo que me oprime, me asfixia y, claro está, finalmente me paraliza. Dejemos que todo fluya y a ver qué pasa.

Hablar de la Academia Ainhoa es, no cabe duda, hablar de Ainhoa. Y en mi caso, hablar de Ainhoa es hablar de Josune, su ama.

Conocí a Josune hace ya unos cuantos años, dejémoslo así, sin cifrar, que la imaginación de cada uno juegue su partida. Y ahí empezó nuestra amistad. Yo siempre he creído que no se va a trabajar para hacer amigos (lo sigo pensando) pero aquí fue la amistad la que vino a buscarme a mí. Por motivos laborales y pasión compartida por la informática, pasamos muchas horas juntas y los que me conocéis sabéis que eso da para mucha charla.

Siempre me maravilló cómo hablaba de sus hijas, de la relación que tenía con ellas…con cuánto amor, orgullo, pasión, sentimiento, cariño y al mismo tiempo conocimiento y certeza de lo difíciles que pueden llegar a ser las relaciones familiares. A pesar de todo, no podía ocultarlo, tenía esa mirada que se nos pone cuando hablamos de las personas a las que queremos, aquellas que son el eje central de nuestra existencia.

Y el tiempo pasó, dejamos de trabajar juntas y de vernos tan a menudo pero no por ello perdimos el contacto. Me hablaba de sus hijas, de Idoia y sus estudios…de Ainhoa y el baile, de cómo andaba como una loca trabajando aquí y allá, de sus proyectos y por fin, de la Academia. Sí, con A mayúscula, como se merece todo lo que tiene una importancia crucial en nuestras vidas.

Un buen día, Josune, que lo de echar una mano e intentar curarte el alma lo lleva fusionado a su persona, se dio cuenta de que yo no andaba en mi mejor momento. Necesitaba hacer algo que realmente me gustara a mí, una válvula de escape. Y por supuesto, sabiendo mi pasión por la música y el baile, me dijo: “Vete, prueba un tiempo que a Ainhoa le va a parecer fenomenal, y si ves que no es lo tuyo, no pasa nada” Así, con esa naturalidad, con ese no forzar nada, con ese sentirte bien aunque tengas que decir que no…

Pero Josune ya sabía que una vez cruzada la puerta de la Academia no iba a haber marcha atrás. No sé qué os parecerá a vosotros, pero para mí esa puerta es la entrada a un sitio mágico. ¿Y por qué mágico? ¿Por qué cuando hablamos de Ainhoa surge la palabra magia? Porque Ainhoa es la maga que consigue que una clase como la nuestra, con una franja de edad de lo más amplia (cuando yo empecé Maider tenía 13 añitos y yo 38, tendréis que reconocer que Ainhoa arriesga, eh? 😉 ), estilos diferentes, gustos, carácter…no sé lo que queráis pensar. Creo que no hay dos iguales, cuando menos, parecidos. Sin embargo, pasamos esa puerta y a todos nos mueve lo mismo. Las ganas y el respeto. Ganas para sacar fuerzas de donde muchas veces no las hay, ganas de echar unas risas en buena compañía, ganas de bailar por supuesto!, ganas de ver qué nos trae hoy la profa, ganas de compartir sensaciones transmitidas únicamente con miradas cómplices, ganas de pasarlo bien, de sudar, de disfrutar, de admirarse cuando por fin sale bien, ganas de aprender, de forzarse, de superarse, de vencer miedos y complejos.

Y respeto. Respeto a nuestra maga personal, a nuestra amiga y compañera, a la que más se esfuerza, a la que nos une e inspira, a esa persona para la que todos somos iguales y únicos al mismo tiempo, con un nombre y un apellido; respeto a esa persona que te hace sentir especial, que tienes algo y a la que quieres arrancar una sonrisa, una emoción.

Porque si hay algo que todos, y digo TODOS, tenemos claro es que Ainhoa es el corazón, la sangre, el oxígeno, el cerebro y el ALMA de esta Academia.

Es tu huella, Ainhoa…PURA VIDA.

Almudena Pérez Urchegui.

Academia Danza Ainhoa

Academia Danza Ainhoa